APECTOS PSICOSOCIALES DEL PARTO POR CESÁREA

APECTOS PSICOSOCIALES DEL PARTO POR CESÁREA

Ibone Olza

Los riesgos de la cesárea son conocidos y explicados en numerosos artículos médicos. Las posibles complicaciones de la intervención para la madre incluyen hemorragias, traumatismos vesicales, lesiones intestinales, neuritis por compresión instrumental, anemia, trombosis, embolia pulmonar o cerebral, peritonitis, etc. (1,2). Igualmente, la intervención también conlleva una serie de riesgos para el bebé. Los principales, el síndrome de distrés respiratorio del recién nacido, la taquipnea transitoria y la prematuridad yatrogénica (3), así como el riesgo de laceraciones durante la intervención, que se sitúa en torno al 2% (4). Se estima que la cesárea conlleva un riesgo de mortalidad materna 6 veces superior al parto vaginal y que la mortalidad perinatal en las cesáreas suele ser casi el doble que en los partos vaginales (1). Además, la cesárea condiciona el futuro reproductivo de la mujer y la sitúa ante un mayor riesgo de complicaciones en sucesivos embarazos (5).

«Se estima que la cesárea conlleva un riesgo de mortalidad materna 6 veces superior al parto vaginal, y que la mortalidad perinatal en las cesáreas suele ser casi el doble que en los partos vaginales»

Sin embargo, un aspecto común en la mayoría de los trabajos que revisan las posibles complicaciones de la cesárea sobre la salud materno infantil es la omisión reiterada de las repercusiones que el nacimiento por cesárea tiene sobre la salud psíquica de la mujer y sobre aspectos tan importantes como el vínculo materno filial, la lactancia o la relación de pareja.

En una sociedad donde el nacimiento se ha medicalizado hasta extremos peligrosos (6) y donde el énfasis se sitúa en obtener un bebé sano a cualquier precio se tiende a minimizar la posible repercusión psicológica del nacimiento por cesárea en la madre. El propio término cesárea favorece la trivialización de la cirugía: hacer una cesárea suena mucho menos dramático que decir la han tenido que operar para sacar al bebé o ha tenido que pasar por una cirugía mayor abdominal para dar a luz. Así, mientras los cirujanos de otras especialidades médicas suelen ser conocedores de que las reacciones depresivas son frecuentes en la convalescencia de cualquier cirugía mayor (7), en el caso de la cirugía obstétrica este hecho ha recibido una atención mínima y de hecho ni siquiera se suele mencionar al explicar los riesgos de la intervención.

Sin embargo, basta con revisar detalladamente las implicaciones inmediatas del nacimiento por cesárea para percibir la singularidad de dicha situación y el incremento de la vulnerabilidad psíquica que genera para la madre y el niño.

El primer efecto de la cesárea en la mayoría de las situaciones es un retraso significativo en el primer contacto madre-hijo. En muchos casos, esto se puede demorar medio o un día; en algunos hospitales españoles todavía se tiene a los niños nacidos por cesárea 24 horas en observación sin su madre. Esta separación es importante y significativa, ya que supone un obstáculo importante para el establecimiento del vínculo. Cuando se produce el encuentro, además, la madre suele estar cansada, somnolienta y dolorida. La analogía más sencilla es imaginar a un paciente recién operado de apendicitis teniendo que ocuparse de un recién nacido en las horas inmediatas a la intervención. La madre puede encontrarse en situación de shock psicológico intentando procesar los acontecimientos vividos en las últimas horas. La integración y asimilación de dichos sucesos pueden llevar meses o incluso años (8). Así se comprenden las dificultades que la madre puede experimentar para ocuparse afectivamente del bebé. Por otra parte, el duelo por la pérdida de estas primeras horas o días de vida del recién nacido suele ser uno de los temas recurrentes entre las madres que han dado a luz por cesárea, como explicamos más adelante.

La cesárea supone un obstáculo para el inicio de la lactancia

Casi todos los estudios sobre el efecto de la cesárea en el inicio de la lactancia asumen o concluyen que la bajada de la leche tarda más en las madres que han parido por cesárea. Sin embargo, la causa del retraso es difícil de precisar. ¿Se debe a la cesárea en sí misma o al retraso en el inicio de la lactancia, los fármacos, la tendencia a dar más biberones o  chupetes, la anemia secundaria a la hemorragia, etc.? Lo que está claro es que los niños nacidos por cesárea tardan más en realizar la primera toma, reciben más biberones en los primeros cuatro días y hacen menos tomas nocturnas (9).

Un estudio (10) señaló que las madres que daban a luz por cesárea urgente presentaban niveles más bajos de oxitocina y prolactina en las primeras 48 horas del postparto. Otros autores también han concluido que las madres que dan a luz por cesárea presentan un riesgo tres veces mayor de abandonar la lactancia en el primer mes (11).

Sin embargo, las diferencias en la duración de la lactancia entre las madres que han dado a luz vaginalmente y las que lo han hecho por cesárea desaparecen después del primer mes (12). Por lo tanto, resulta necesario insistir en la necesidad de que las madres que han tenido una cesárea reciban un apoyo individualizado y un seguimiento estrecho en el inicio de la lactancia, además de favorecer el que la demora en el inicio de la lactancia sea mínima (13).

Factores que influyen en la reacción psicológica

Para algunas mujeres la cesárea no supone ningún trauma aparente; sin embargo, otras van a experimentar una compleja reacción psicológica acompañada de sentimientos de pérdida, fracaso y dificultades notables en la adaptación posterior y en el vínculo con sus hijos, o van a sufrir incluso la llamada depresión postcesárea o bien un síndrome de estrés postraumático en una minoría de casos.

¿Por qué son tan variables las reacciones ante un mismo suceso? Toda una serie de factores pueden inclinar la balanza en uno u otro sentido.

«Nos encontramos en una sociedad en la que el nacimiento se ha medicalizado hasta extremos peligrosos y donde el énfasis se sitúa en obtener un bebé sano a cualquier precio»

En primer lugar, nos referiremos a los factores obstétricos. Es decir, los motivos que decidieron la cesárea y el cómo se desarrolló la intervención. Si la cesárea es urgente y motivada por una situación de sufrimiento fetal, la mujer va a experimentar mayores dificultades en el postparto (14). Necesitará tiempo para poder asimilar lo vivido e integrar la

experiencia. Si la intervención se desarrolla con anestesia general, el malestar psíquico suele ser mayor. No hay que olvidar que la situación de urgencia vital, el miedo por la vida del bebé o la propia vida [de la madre] puede ser una situación tan estresante como para desencadenar un verdadero síndrome de estrés postraumático, una reacción psicológica que inicialmente sólo se consideraba en personas expuestas a guerras o situaciones de gran violencia y que hoy se sabe que puede producirse igualmente después de situaciones estresantes en el parto (15). La aparición del síndrome conlleva una re-experiencia, es decir, se vuelven a vivir mentalmente los momentos estresantes como si de una película se tratara, y cualquier pequeño suceso (como conducir delante del hospital o incluso ver a una mujer embarazada) que recuerde el parto da lugar a una reacción ansiosa (hiperventilación, taquicardia, sudoración, mareos…). En el caso de las cesáreas, parece ser que el hecho de que la cesárea sea urgente incrementa notablemente el riesgo de sufrir el síndrome de estrés postraumático (16).

Por el contrario, las cesáreas programadas pueden permitir que la mujer se prepare mejor psicológicamente para la intervención. Sin embargo, este aspecto por sí solo no justifica el programar la cesárea sin que haya trabajo de parto previo, ya que casi siempre se puede esperar a que se inicie el parto de manera espontánea y entonces realizar la intervención. Así, la mujer ha podido prepararse para la cesárea y también evitar, entre otros, el riesgo asociado a las cesáreas programadas de prematuridad yatrogénica.

«Los niños nacidos por cesárea tardan más en realizar la primera toma, reciben más biberones en los primeros días y hacen menos tomas nocturnas»

La calidad de la atención recibida es, asimismo, un aspecto crucial en la recuperación de la cesárea (17). Si la mujer se ha sentido partícipe de la decisión, si ha sido bien informada de

las opciones y, sobre todo, si ha percibido la cesárea como imprescindible, es más probable que la asimilación sea relativamente sencilla. Por el contrario, si se ha sentido maltratada verbalmente, si no ha sido acompañada emocionalmente y si la indicación de la cesárea ha sido dudosa o claramente innecesaria el malestar psicológico probablemente será significativo o incluso creciente conforme pase el tiempo.

Algunos autores han sugerido que los rasgos de la personalidad previa podrían causar las diferencias en la adaptación en el postparto inmediato (18).

Lo que parece evidente es que la reacción va a estar muy influida por las expectativas que la mujer tenía respecto del parto así como su visión del nacimiento, su satisfacción corporal previa o incluso su vivencia de la sexualidad. Cuanto más distante sea la experiencia vivida con la que se anticipaba, mayor será la percepción de pérdida y la reacción de duelo.

Los aspectos socioculturales pueden favorecer la satisfacción de la mujer con el procedimiento, como es el caso de aquellos círculos sociales donde la cesárea se percibe como un privilegio de las clases altas – fenómeno descrito en algunas sociedades latinoamericanas – (19) o por el contrario pueden incrementar su aislamiento y sufrimiento interno, ya que si el entorno social no permite la expresión de la decepción de la madre con el nacimiento se fomenta la represión del duelo, la no identificación del malestar y, por lo tanto, la no resolución del mismo.

Características de la reacción psicológica

Varios autores han estudiado las reacciones psicológicas presentes entre algunas mujeres que han dado a luz por cesárea (17). La más generalizada es la sensación de pérdida, es decir, el duelo por no haber tenido el parto soñado. Esto se puede expresar en términos de decepción, como nunca imaginé que no podría parir a mi hija o de tristeza intensa por no haber estado presente en el nacimiento, cuando pienso en mi hijo en brazos de desconocidos nada más nacer, mientras yo estaba casi dormida por la anestesia, siento mucha pena o aunque me lo enseñaron al nacer yo no lo recuerdo, me da rabia tener que imaginarme lo que otras mujeres recuerdan toda su vida.

También son frecuentes las dudas recurrentes sobre si el bebé es realmente su hijo: algunas mujeres tienen pesadillas en las que descubren que el bebé que tienen no es realmente su hijo. Otras expresan abiertamente siento que no la he parido yo, realmente no es mía, intelectualmente sé que es mi hija, pero es como si mi cuerpo no la reconociera.

La relación madre hijo puede ser difícil, sobre todo en los primeros días. Algunas mujeres sienten inmediatamente un intenso vínculo con sus hijos a pesar de la cesárea; otras, sin embargo, confiesan ni siquiera estaba contenta de tenerla conmigo; después de tantos meses soñando con verla estaba aquí y no sentía nada, era como si todo aquello no estuviera ocurriendo en realidad. A esto se suelen añadir los problemas de identidad como madre e incluso como mujer: no sé qué clase de madre soy si ni siquiera he podido parir a mis dos hijos, los sentimientos de culpa siento que la culpa fue mía por no haber aguantado el dolor y haber pedido la anestesia o el pensar que ha decepcionado a la pareja siento como si hubiera fallado a mi marido; mi cuerpo me falló en un momento crucial. Algunas mujeres refieren sentirse violadas o mutiladas (17). La actitud hacia la cicatriz suele ser reflejo de dichas emociones. Hay mujeres que confiesan que no pueden mirar la cicatriz y evitan su visión incluso en el baño mi cicatriz es un recuerdo permanente de lo que sucedió.

El enfado o la rabia con los profesionales también suele ser común, sobre todo si la mujer percibe la cirugía como innecesaria: Me siento engañada, furiosa, llena de rabia. Lo que tenía que ser el mejor día de mi vida fue uno de los peores. Difícilmente podré confiar en los médicos otra vez.

En cualquier caso, la vivencia de la cesárea es un proceso cambiante a lo largo del tiempo y que va estar muy influido por el apoyo y el soporte emocional que la mujer encuentre en su entorno inmediato, así como por la duración de la lactancia y el estado de salud del bebé.

Efectos sobre la relación de pareja

A pesar de sentirse aliviados o contentos por tener un hijo sano, los padres también suelen experimentar sentimientos de incompetencia, aislamiento, ansiedad, tristeza, miedo, estrés, rabia, preocupación, nerviosismo, decepción y sensación de fracaso por no haber cumplido con el papel que se esperaba de ellos como soporte activo en el parto. Estos sentimientos se intensifican si el padre no ha podido estar con su mujer mientras le hacían la cesárea (18).

«Un aspecto común en la mayoría de los trabajos que revisan las complicaciones de la cesárea es la omisión reiterada de las repercusiones que el nacimiento por cesárea tiene sobre la salud psíquica de la mujer y sobre aspectos tan importantes como el vínculo materno filial, la lactancia o la relación de pareja»

Pero, por otra parte, hay que tener en cuenta que la cesárea es casi la única situación donde se permite la presencia de la pareja como acompañante de la mujer durante una intervención de cirugía mayor. Este acompañamiento se suele realizar sin ningún tipo de preparación previa: en la mayoría de los casos los padres ni siquiera habían pisado un quirófano con anterioridad. Para el padre, la experiencia puede ser dramática, casi siempre inesperada, y contemplar el nacimiento quirúrgico de su bebé puede ocasionarle a sí mismo un malestar psicológico significativo. De hecho, algunos padres reconocen a posteriori que hubieran preferido no haber estado presentes, pero que lo habían hecho por su mujer (20). La percepción que el padre tiene de los cuidados recibidos por parte del equipo médico influye notablemente en su respuesta emocional; si siente que han sido respetados y que se les ha permitido opinar suelen estar más satisfechos con toda la experiencia.

Otro fenómeno común en la cesárea es que muchas veces el bebé va a pasar las primeras horas de vida junto al padre, y tal vez en ausencia de la madre, que o bien está en la sala de despertar, o a pesar de estar junto a ellos puede encontrarse en un estado de somnolencia posterior a la anestesia. Algunos estudios han señalado que los padres de hijos nacidos por cesárea participaban más activamente en el cuidado del bebé e incluso se mostraban más satisfechos con dicha relación que los padres de bebés nacidos vaginalmente (17).

La experiencia de una cesárea traumática también suele afectar a la relación de pareja. Las parejas que han tenido un hijo por cesárea pueden sentirse menos felices con la experiencia de tener un hijo (18). Además, la cesárea va a condicionar el futuro reproductivo de la mujer, no tanto por motivos físicos, sino que los aspectos psicológicos motivan que muchas madres decidan no tener más hijos o distanciarlos mucho más de lo que previamente habían planeado (21).

Por otro lado, los siguientes embarazos van a estar marcados en muchos casos por el miedo a que se repita la situación anterior. La cicatriz uterina estará siempre presente, el útero ha dejado de ser un sitio intacto y seguro para convertirse en una bomba a punto de estallar. Como dicen algunas mujeres, mi médico dice que se me puede romper el útero. Este miedo a la rotura uterina se convierte en un tema recurrente a lo largo del siguiente embarazo, al tiempo que se ve favorecido por la actitud de algunos profesionales.

Facilitando la recuperación

Indudablemente, la prevención primaria del sufrimiento psicológico que genera en muchos casos la cesárea consiste en evitar todas las cesáreas innecesarias, hasta llegar a las tasas que aconseja la Organización Mundial de la Salud. Igualmente, la educación para la salud debería favorecer el conocimiento del parto como un proceso natural y la toma de conciencia social de los problemas que la excesiva medicalización del parto conlleva. Los profesionales que acompañan a la mujer en el parto y en la cesárea desempeñan un papel crucial en la prevención del sufrimiento psíquico en el postparto. Si consiguen que, a pesar de la intervención quirúrgica, la mujer sea en todo momento protagonista de su parto, si facilitan el contacto madre hijo lo antes posible y si, además, ofrecen un apoyo cercano y un asesoramiento correcto en el inicio de la lactancia, las repercusiones posteriores serán menos dramáticas.

El entorno familiar y social puede favorecer la recuperación psicológica reconociendo las características especiales del nacimiento por cesárea. Para ello, el primer paso consiste en dejar de negar el sufrimiento psíquico. De hecho, la frase lo importante es que el bebé está bien sólo consigue alienar aún más a la mujer que ha visto sacrificada su integridad física por el bien de su hijo. Si el entorno reconoce la pérdida del nacimiento deseado y favorece apoyo concreto para que la mujer pueda reposar durante las primeras semanas, la convalecencia será menos dolorosa.

«Los padres suelen experimentar sentimientos de tristeza, miedo, incompetencia (…) y sensación de fracaso por no haber cumplido con el papel que se esperaba de ellos como soporte activo en el parto»

Existen diversos recursos que ofrecen apoyo psicológico e información a las mujeres que han tenido cesáreas. El Movimiento para la  Prevención de las Cesáreas surgió en EE.UU. a comienzos de los ochenta y hoy en día constituye la Asociación ICAN (International Cesarean Awereness Network; en español, Asociación Internacional de Concienciación sobre las Cesáreas). En su excelente página web se puede acceder a una lista de correo gratuita en inglés que ofrece apoyo las 24 horas del día a mujeres que han tenido cesáreas o que planean un parto vaginal después de cesárea. También en esta lista se puede recibir información específica orientada a la preparación del parto en casa después de una o más cesáreas. Igualmente existen numerosos libros en inglés centrados en la recuperación de la cesárea y en la preparación del parto vaginal después de cesárea (22, 23). En español, el foro Apoyo Cesáreas ofrece apoyo psicológico para las mujeres que han tenido cesáreas.

«La vivencia de la cesárea es un proceso cambiante influido por el apoyo y soporte emocional que la mujer encuentre en su entorno, así como por la duración de la lactancia y del estado de salud del bebé»

Esta lista se encuentra en www.elistas.net/apoyocesareas y funciona de manera gratuita. Ha crecido de manera constante desde su inicio hace dos años, acogiendo en la actualidad a más de 100 suscriptores, entre mujeres y profesionales. Además de ser un lugar de encuentro seguro para las mujeres que han tenido cesáreas o partos vaginales traumáticos está permitiendo la realización de diversas iniciativas destinadas a la educación de las mujeres embarazadas o la formación de una asociación para la prevención del maltrato en el parto.


Artículo publicado en la Revista OB STARE, nº 8, marzo 2003.

Ibone Olza es doctora en Medicina. Especialista en psiquiatría infantil y perinatal. Profesora Asociada en la Facultad de Medicina de la Universisdad de Alcalá de Henares. Durante 19 años ha trabajado como psiquiatra infantil y perinatal en al red pública. Es cofundadora de la sección española de la Sociedad Marcé Internacional dedicada a la investigación y promoción de la salud mental perinatal. Actualmente dirige el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal.

BIBLIOGRAFÍA

1. González González, NL. “Complicaciones de la cesárea”. En Manual de asistencia al parto y puerperio patológicos. Grupo de Trabajo sobre asistencia al parto y puerperio patológicos. Sección de Medicina Perinatal de la SEGO. 1999, Zaragoza.

2. Fuente Pérez, P, Fuente Biatiene L. “Problemática de la cesárea” En Manual de asistencia al parto y puerperio patológicos. Grupo de Trabajo sobre asistencia al parto y puerperio patológicos. Sección de Medicina Perinatal de la SEGO. 1999, Zaragoza.

3. Hook, B et aI., “Neonatal Morbidity after Elective Repeat Cesarean Section and Trial of Labor,” Pediatrics 100, no. 3 (1997): 348-53

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5. MacCorkle, Jill. “Fighting VBAC-lash: Critiquing Current Research” Mothering No. 110, Jan/Feb 2002.

6. Johanson, R., Newburn, M., Macfarlane, A. “Has the medicalisation of childbirth gone too far?”. BMJ 2002 324: 892-895

7. Blacher, R (ed). The psychological experience of surgery, Wiley New York, 1987.

8. Shearer E.C. “How do parents really feed after a cesarean birth?” Birth 10, 91, 1983.

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10. Nissen, E et aI. Different Patterns of Oxytocin, Prolactin But Not Cortisol Release During Breastfeeding in Women Delivered By Caesarean Section or by the Vaginal Route. Early Hum Dev. July 1996. 45 (-2):103-18.

11. Weiderpass, E et aI. Incidence and Duration of Breast-Feeding by Type of Delivery: A Longitudinal Study in Southeastern of Brazil. Rev Saude Publica. June 1998. 32(3):225-31

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13. Perez-Escamilla, R et aI. The Association Between Cesarean Delivery and Breast-Feeding Outcomes among Mexican Women. Am J Public Health. June 1996. 86(6):832-836.

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17. Clement S. “Psychological aspects of caesarean section”. Best Pract Research Clinical Obst and Gynaecology, vol 15 no 1, pp 109-126 2001

18. Murtryn CS: “Psychosocial impact of cesarean section on the family: a literature review” Soc Sci Med vol 37, no 10, pp, 1271-1281, 1993.

19. Nuttall C. The cesarean culture of Brazil, British Medical Journal. 2000, 320, 1072.

20. Lee S. “Having a baby by cesarean: en experience for fathers” cSoc Work Hlth Care 11,41-52,1986.

21. Hemminki E. “Impact of cesarean section on future pregnancy: a review of cohor studies”. Paediatric and Perinatal epidemiology 1996; 10: 366-79

22. Lynn Madsen “Rebounding from childbirth: toward emotional recovery” Bergin and Garvey, CT, 1994.

23. Wainer Cohen, N y Estner L. “Silent knife: cesarean prevention and vaginal birth after cesarean” Bergin Garvey, CT, 1983.


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